El rescate de la vergüenza
España sigue presionando a Europa para que amplíen el fondo de rescate de la zona euro. Pero los alemanes y los franceses tienen una manera elegante de no rascarse el bolsillo: argumentan que “aumentar el fondo de rescate sería una muestra de debilidad” y se oponen a ello. La excusa es casi tan buena como la de un conocido que cuando iba de cañas decía “Paga tú que yo sólo llevo billetes de 500 euros y aquí no tienen cambio”.
¿Son unos rácanos como mi amigo gorrón o los gorrones somos nosotros?
¿Por qué los contribuyentes europeos tienen que pagar los desmanes de un país (el nuestro) al que le sobran el 70% de los políticos, y que se empeña en mantener más de 30.000 coches oficiales repartidos entre la Administración del Estado, las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos?
¿Por qué somos el único país del mundo donde sus Señorías del Senado se gastan millones de euros en un sistema de traducción simultanea castellano-catalan-euskera-galego cuando sabemos que todos ellos saben hablar perfectamente el castellano?
¿Por qué el concejal de fiestas de un ayuntamiento de tercera tiene que ganar más dinero que un cirujano especializado?
¿Por qué exigen que los ciudadanos trabajen hasta los 67 años cuando sus Señorías, con 7 años de servicios (”trabajando” seis meses al año) en el Congreso de los Diputados tienen derecho a jubilarse con pensión máxima independientemente de que su gestión haya sido lamentable?
¿Para cuando un ERE en el Congreso, en el Senado, en las Comunidades Autónomas, en las Diputaciones y en los Ayuntamientos?
Los que han de responder a esas preguntas, y tomar las decisiones presupuestarias son los políticos, y estos lo tienen claro. Europa nos obliga a contener el déficit y ellos tomarán las medidas que haga falta: Seguirán subiendo impuestos, bajarán prestaciones y recortarán derechos a los ciudadanos (desempleo, jubilación, cheque bebé… ) Pero hay una linea roja que no van a cruzar de ningún modo: Nada de reducir el número de políticos ni sus derechos de pernada. Nada de reducir los cargos de confianza para los parientes y enchufados del partido (de uno y del otro). Nada de reducir las subvenciones millonarias a los partidos políticos. De eso ni hablar. Entre bomberos no nos pisamos la manguera.
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